Arte y pintura

Arte y pintura

Invertir en obras de arte es una de las tendencias más pujantes en el mundo del coleccionismo. Las obras de arte suman dos grandes atractivos: su interés plástico e histórico y su valor intrínseco, que hoy se revela sólido y fiable. Permiten embellecer las casas y los espacios con obras realizadas por magníficos maestros, piezas únicas e irrepet...

Invertir en obras de arte es una de las tendencias más pujantes en el mundo del coleccionismo. Las obras de arte suman dos grandes atractivos: su interés plástico e histórico y su valor intrínseco, que hoy se revela sólido y fiable. Permiten embellecer las casas y los espacios con obras realizadas por magníficos maestros, piezas únicas e irrepetibles que muchas veces esconden un pasado fascinante. Y al mismo tiempo, constituyen activos físicos y estables cuyo valor se suele revisar siempre al alza.

 

¿Por qué invertir en arte o pintura?

 

Actualmente, son muchos los expertos que aconsejan invertir en arte o pintura. Las obras de arte, tanto antiguas como contemporáneas, han pasado de ser objetos “de lujo” al alcance tan solo de un sector especializado, a convertirse en una opción al alcance de muchas personas. Las redes sociales, las ferias de arte y coleccionismo y la posibilidad de comprar vía internet ofrecen muchísima información, permitiendo escoger las piezas que más nos interesen y que mejores garantías ofrezcan.

 

Una colección de obras de arte es una inversión fuerte y fiable, sobre todo a largo plazo. Y también constituye una pasión fascinante, que para muchos coleccionistas termina siendo su auténtica vocación. Hay pocas cosas que igualen la emoción que genera buscar, localizar y adquirir obras de determinados artistas, épocas o estilos: es una actividad llena de satisfacciones.

 

¿Qué tipos de obras de arte antigua se pueden comprar?

 

Las opciones a la hora de invertir en arte o pintura son muchísimas. Lo más habitual es inclinarse por la pintura, probablemente el arte plástico más popular. Las razones son obvias: la oferta es muy amplia, los cuadros son fáciles de exponer y colocar, y las piezas son muy hermosas. Por otra parte, las obras de arte más cotizadas de la historia son pinturas, tanto antiguas como modernas. La pieza que mayor valor ha alcanzado en una subasta a día de hoy es un lienzo de Leonardo da Vinci de temática religiosa, ‘Salvator Mundi’, subastada en 2017 por 450 millones de dólares. Le sigue una pintura del expresionista americano Willem de Kooning, ‘Interchange’, que se vendió por 300 millones. Por tanto, podemos deducir que en el mercado del arte actual la pintura es la reina y que el arte antiguo y moderno se cotizan en términos muy similares.

 

Pero invertir en pintura no es la única opción para el coleccionista amante del arte. La escultura, el grabado y el dibujo son también excelentes opciones, con precios muchas veces más asequibles. Y no podemos olvidar las artes aplicadas a la artesanía y la decoración, que muchas veces dan lugar a piezas de altísimo nivel: cerámica y porcelana, orfebrería y platería, tapices[U1] … Realizadas de forma artesanal por auténticos artistas, son también objeto de deseo para un gran número de amantes de la belleza y la historia. En materia de precios, lo más interesante es la amplia horquilla de opciones que existen. No hay que invertir millones de dólares en una pintura de fama mundial para disfrutar del coleccionismo de arte y adquirir activos seguros. Hoy existe la opción de adquirir óleos originales de los siglos XVII y XVIII, por ejemplo, con precios que rondan los 1.000 euros[U2] . Lo mismo sucede con artistas de renombre internacional: es posible adquirir litografías originales de Pablo Picasso firmadas a mano, por ejemplo, por un precio que ronda los 3.000 euros.

 

¿Cómo coleccionar arte o pintura antigua o moderna?

 

No es fácil enseñar a coleccionar arte; lo normal es que el coleccionista llegue a serlo por afición propia. Primero adquiere una obra y eso le lleva a buscar otras, a conocer a otros coleccionistas, a asistir a subastas y a ampliar sus conocimientos. Lo que sí está claro es que para coleccionar arte o pintura (antigua o moderna) es fundamental tener conocimientos sólidos sobre el tema. Saber qué características tienen las obras de nuestro interés, qué documentos deben acompañarlas para garantizar su calidad y su valor, qué legislación se aplica a su compraventa, qué comercios o casas, físicos u online, son los que ofrecen mejores garantías… Son aspectos básicos a la hora de acercarnos al coleccionismo de arte.

 

Antes de comenzar a invertir en arte a través del coleccionismo, lo más indicado es buscar asesoramiento profesional, visitar exposiciones y museos, acudir a las galerías de arte, asistir a conferencias y subasta y mantenerse informado a través de fuentes fiables. Son actividades indispensables para de desarrollar el gusto y la intuición, imprescindibles a la hora de localizar piezas interesantes y de calidad.

 

Sin duda, coleccionar arte o pintura es una de las aficiones más increíbles y satisfactorias que se pueden desarrollar. Y no solo es un placer para nuestros propios sentidos, sino que además contribuye a conservar el patrimonio artístico y cultural que nos rodea.

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  • Pintura antigua

    La pintura antigua levanta pasiones entre todo tipo de público. Grandes pinacotecas como el Museo del Prado o el Louvre cuentan a sus visitantes por millones, ansiosos de admirar en persona la excelencia de pinturas como ‘Las meninas’ de Velázquez, o ‘La Gioconda’ de Leonardo da Vinci. Y por supuesto, no podemos obviar el enorme valor que alcanzan estas obras en las subastas… Son precisamente estas dos cualidades, la belleza de las obras y su valor material, las que han dado un fuerte impulso al coleccionismo de pintura antigua durante los últimos tiempos.

     ¿Donde conseguir piezas de pintura antiguas?

    Encontrar pintura antigua en venta no es complicado, pero sí puede serlo verificar su autenticidad o tasar su valor. Precisamente por esta razón, es muy importante adquirir las piezas siempre en casas de subastas, tiendas o marchantes fiables que garanticen su calidad. Entre el arte antiguo en venta que se puede encontrar disponible hoy, las pinturas realizadas entre los siglos XV al XIX son objetos de deseo para muchos coleccionistas. Y, aun así, sus estilos son totalmente dispares: la evolución entre las primeras y las últimas es espectacular, si bien esto no disminuye en absoluto la calidad y la belleza del arte románico y gótico.

     

    ¿Qué características definen a las distintas épocas de la pintura antigua?

     

    Las obras realizadas entre los siglos XVI y XVIII se conocen como “pintura de alta época”. Muchos de los cuadros antiguos en venta que se pueden encontrar hoy, sobre todo de temática religiosa, fueron realizados en estos siglos. Sobre todo, es posible encontrar un gran número de obras de los siglos XVII y XVIII, siendo más raras y cotizadas las del siglo XVI. La pintura antigua en venta se suele inscribir en lo que se conoce como “escuelas”: tendencias pictóricas que reflejan los estilos que seguían los pintores de cada país. Las más conocidas son la escuela italiana, la escuela española y la escuela holandesa.

     

    En general, hay una serie de características que nos pueden dar pistas de la época a la que pertenece una pintura antigua:

     

    •          Siglo XV. En esta época despega en España el estilo conocido como gótico flamígero, a cargo de figuras como Pedro Berruguete o Gil de Siloé. La perspectiva empieza a aparecer; Las obras suelen ser de temática religiosa y muestran magnífico uso del color. En Italia destaca el arte de Fra Angélico, que será el precursor del Renacimiento Florentino.

     

    •          Siglo XVI. Es una época deslumbrante en la pintura europea. Surgen figuras como Leonardo, Miguel Ángel o Rafael, todos ellos en Italia. En España, durante la segunda mitad dl siglo destaca la figura de El Greco, uno de los pintores con más talento de todos los tiempos. La perspectiva mejora, y tanto las figuras como los paisajes o los interiores ganan en realismo y detalle.

     

     

    •          Siglo XVII. Durante este siglo, la pintura barroca alcanza su máxima expresión. En España despuntan grandes maestros, como Diego de Velázquez o Zurbarán, mientras que en Europa surgen enormes figuras como Rembrandt, Rubens y Caravaggio. La pintura apuesta por la teatralidad y el efectismo, con poderosos contrastes de luces y sombras, rostros con expresiones intensas y cuerpos que se curvan en posturas complejas. En esta época, el trazo empieza a cobrar libertad y anticipa la modernidad.

     

    •          Siglo XVIII. Con la Ilustración, la pintura europea recupera el reposo y la serenidad. Aún  se mantienen algunas herencias barrocas, como el uso de la luz y la libertad de composición. En España destaca la obra de Francisco de Goya, un auténtico adelantado a su tiempo: sus pinturas reflejan una época convulsa y prefiguran el expresionismo del XX. Es el siglo del rococó, ejemplificado por Fragonard y Watteau en Francia, y de la primera pintura social, con el pintor inglés Hogarth como máximo exponente.

     

     

    •          Siglo XIX. Este siglo supone un cambio radical en todos los ámbitos. Llega la Revolución Industrial y los avances técnicos son espectaculares. El arte se hace eco de los nuevos tiempos en obras como las de William Turner, precursor de la pintura impresionista y abstracta del siglo XX. La pintura naturalista refleja los problemas sociales; por primera vez, se abandonan los temas clásicos (mitología y religión) para centrarse en la vida cotidiana, la política y los sucesos. Es algo que queda patente en la obra de artistas como Eugene Dèlacroix o Theodore Gericault. Durante la segunda mitad de siglo, movimientos como el romanticismo o el prerrafaelismo anticiparán las vanguardias.

     

    Está claro: invertir en pintura antigua e iniciarse en el coleccionismo de estas obras es una excelente decisión. Te invitamos a descubrir nuestra oferta de arte antiguo en venta, la mejor selección de obras auténticas de todas las épocas. El lugar perfecto donde encontrar esos tesoros que tanto valor dan a cualquier colección.

  • Pintura Contemporánea

    La pintura contemporánea ofrece un enorme abanico de opciones para coleccionistas y amantes del arte. El término “contemporáneo” hace referencia a aquello que sucede o pertenece al momento actual. Sin embargo, cuando hablamos de arte contemporáneo, es costumbre incluir también obras creadas desde principios del siglo XX hasta la actualidad. De hecho, los términos “pintura contemporánea” y “pintura moderna” suelen intercambiarse.

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de pintura contemporánea?

    Aunque la definición oficial de Edad Contemporánea abarca los años transcurridos entre la Revolución Francesa hasta la actualidad, en el ámbito artístico podríamos englobar esta época entre principios del siglo XX y el momento actual. En 1910, Wassily Kandinsky pinta ‘Erstes abstractkes Aquarell’ (‘Primera acuarela abstracta’), considerado el primer cuadro abstracto de la historia. Puede ser un buen momento para señalar el comienzo de la modernidad en el arte, si bien con anterioridad hubo artistas que realizaron obras que podríamos calificar de modernas, e incluso de abstractas.

    Por tanto, si estamos buscando pintura contemporánea en venta, lo normal es que encontremos muchas obras para escoger. En general, ningún estilo concreto tiene más valor que otros: la abstracción, el expresionismo, el surrealismo o el hiperrealismo, por mencionar solo cuatro de los más relevantes, cuentan con obras de altísimo valor que han alcanzado precios desorbitados en las subastas. Por esta razón, una de las claves más importantes a la hora de comprar arte moderno es adquirir obras que nos resulten atractivas. Que nos gusten. Porque coleccionar arte no es solo una inversión: es también una pasión. Muchos de los mejores coleccionistas, aquellos que poseen algunas de las mejores obras de arte del mundo, son también expertos en determinados estilos o escuelas.

    ¿Qué tipos de cuadros contemporáneos en venta podemos encontrar?

    En general, el arte moderno en venta (y el arte en general) se puede agrupar en dos grandes categorías: la obra original y las reproducciones. Las obras originales alcanzan un valor más alto en el mercado, sobre todo si son de artistas reconocidos y cotizados. Las reproducciones pueden ser de obras antiguas o contemporáneas, pero en este caso hablamos de aquellas realizadas a partir de los años 50 del siglo XX. Algunas son piezas de enorme valor plástico y estético, realizadas por consumados artistas que saben captar como nadie la esencia y el talento de los grandes maestros.

    Dentro de las obras originales, en el caso de la pintura moderna es complicado establecer una cronología. Los cuadros abstractos conviven con obras realistas y figurativas, según la tendencia que siga cada artista. Por esta razón, lo normal es clasificar este arte por escuelas. El siglo XX ha visto desarrollarse escuelas tan importantes como el fauvismo, el expresionismo, el dadá, el surrealismo, la pintura metafísica, el futurismo, el cubismo o el constructivismo, sin olvidar estilos como el art Déco, el pop, el expresionismo abstracto o el hiperrealismo. A lo largo de las décadas, muchos de estos estilos han coexistido; y siempre ha habido artistas que han seguido un camino propio sin adscribirse a ninguna escuela. Es el caso, por ejemplo, de figuras como Amedeo Modigliani, Egon Schiele o Alice Neel.

    Coleccionar arte moderno es una práctica llena de interés, así como una excelente inversión de futuro. Ninguna lámina impresa en serie se puede comparar con una obra realizada y firmada por un artista de talento: se trata de piezas muy especiales, que revalorizarán los espacios y destacarán por su cualidad única.
  • Grabados Antiguos

    Los grabados antiguos son obras de enorme calidad y valor, perfectas para iniciarse en el coleccionismo de arte. A diferencia de las pinturas al óleo o las esculturas de bronce, por poner dos ejemplos, los grabados suelen tener un precio más asequible y también resultan más fáciles de utilizar como parte de la decoración. Pero no todos los grabados son iguales: existen muchas técnicas distintas, empleadas a lo largo de los siglos, que aportan una impronta muy especial a las obras realizadas con ellas.

    Normalmente, los nombres de estas técnicas proceden del material con el que se realizan las planchas o del proceso o los productos empleados para su confección. Las más habituales son las siguientes:

    - Aguafuerte. El nombre de esta técnica procede del término popular empleado para designar al ácido nítrico, el agente químico utilizado para desgastar la plancha de grabar. El procedimiento surge en el siglo XV en Europa, coincidiendo en dos países: Alemania e Italia. Durante este siglo, no fue una técnica muy utilizada por los artistas; sin embargo, se sabe que maestros como Alberto Durero o Lucas Van Der Leyden realizaron aguafuertes con planchas de hierro y cobre, respectivamente. La técnica consiste en aplicar un barniz resistente al ácido sobre una plancha de metal y trazar después el dibujo con un punzón, rascando el barniz para dejar el metal al descubierto. Al bañar la plancha en ácido, este corroe solo las partes descubiertas, dejando el dibujo grabado en la plancha. A continuación, solo queda aplicar la tinta y presionar la plancha sobre el papel.

    - Litografía. Esta técnica consiste en grabar planchas sobre piedra para después imprimir los dibujos en papel. Deriva del término griego “litos”, piedra. Su origen es más tardío que el del aguafuerte; se cree que fue descubierta por el impresor alemán Alois Senefelder en 1796. La litografía ha sido empleada por grandes artistas, tanto antiguos como contemporáneos: podemos citar nombres como Francisco de Goya o Pablo Picasso, sin ir más lejos. Existe una variante, llamada cromolitografía, que permite obtener distintos colores sobre una misma obra a través de sucesivas impresiones.

    - Xilografía. Muchos grabados antiguos y modernos se han realizado mediante la técnica de la xilografía. Su nombre proviene de la palabra griega “xilos”, madera, y hace referencia a las impresiones realizadas presionando una plancha de madera grabada y entintada sobre un papel. Se trata de una técnica que combina la talla y el grabado, ya que las planchas se graban a mano empleando gubias y formones para vaciar el dibujo a reproducir. La xilografía fue muy empleada por grandes artistas como Alberto Durero o los grabadores japoneses de la escuela Ukiyo-e. Los expresionistas alemanes de principios del siglo XX, con Ernst Ludwig Kirchner a la cabeza, recuperaron esta técnica entonces olvidada para difundir sus obras.

    - Fotograbado. Esta curiosa técnica combina dos disciplinas artísticas: el grabado y la fotografía. El proceso comienza con la realización de una fotografía, para después impregnar una plancha de metal con una capa de un producto fotosensible y soluble en disolvente alcohólico. A continuación, se coloca el negativo de la fotografía delante de la plancha y se proyecta luz sobre ella; la luz actúa sobre el producto fotosensible, eliminando la capa por zonas. Por último, la plancha se sumerge en una solución ácida que corroe las zonas “limpiadas” por la luz. Podríamos decir que es una combinación entre la técnica del aguafuerte y el proceso fotográfico: un ingenioso método para reproducir fotografías. Esta técnica, desarrollada en 1820 por Joseph Nicéphore Niépce, ha permitido conservar magníficos grabados antiguos de un realismo espectacular. Un proceso similar fue el inventado en 1856 por Louis Alphonse Poitevin y mejorado por Joseph Albert, conocido con el nombre de fototipia.

    Existen muchas otras técnicas que han sido empleadas a lo largo de los siglos para realizar grabados antiguos: la aguatinta, la linografía (grabado sobre plancha de linóleo), la punta seca, la mediatinta… Y otras más modernas, como la serigrafía que tanto utilizó el artista pop Andy Warhol. Todas ellas hicieron posible la popularización y la divulgación del arte, y hoy día nos permiten contar con fantásticas obras maestras, perfectas para incluir en nuestras colecciones.
  • Mapas Antiguos

    El coleccionismo de mapas antiguos cuenta con miles de seguidores. Los mapas han sido siempre objeto de curiosidad, atracción y deseo para el ser humano, y más si se trata de documentos con siglos de antigüedad. Coleccionar este tipo de documentos, tanto en forma de cartas como formando parte de atlas antiguos, se ha convertido para muchas personas en una auténtica pasión. Estos trazados nos permiten saber cómo veían el mundo y el territorio nuestros antecesores, y comprobar que sus conocimientos sobre geografía eran increíblemente precisos. Sobre todo, teniendo en cuenta que los mapas antiguos se dibujaban desde el suelo, sin poder ver los contornos de los continentes desde el aire o el espacio.

    Por otra parte, no hay que olvidar que algunas de estas piezas alcanzan un alto valor en las subastas. Los mapas y atlas antiguos más cotizados son los que están completos, habiendo sido realizados por cartógrafos e impresores importantes. No hace tanto tiempo, era una práctica habitual separar las hojas de los atlas para vender los mapas por separado, aumentando así las ganancias. Sin embargo, hoy la tendencia es conservar las obras en toda su integridad. Gracias a ello se han conservado obras magníficas, como un atlas original de Giacomo Cantelli da Vignola con 23 Mapas de Europa y los Continentes del Mundo, cuyo valor en subasta partió de 5.400 euros.

    El primer mapa del que se tiene noticia es una tablilla babilónica grabada, fechada en el siglo VI a.C. Llama la atención la forma circular del mapa, más simbólico y místico que realista. Esta forma circular se asocia con la perfección y será repetida en otros mapas antiguos posteriores. Es el caso del primer mapamundi en escala que se conoce: el mapa de Anaximandro, realizado alrededor del año 520 a.C. En la Grecia Antigua los mapas experimentaron una enorme evolución, apareciendo documentos que incluían latitudes y longitudes o meridianos.

    Los mapas antiguos creados entre los siglos VIII y XV suponen un nuevo impulso para el arte de la cartografía. Sobre todo, los expertos y viajeros musulmanes crearon documentos de enorme valor, que incluían por primera vez la representación de los accidentes cartográficos: cordilleras, ríos, lagos… El más destacado es, sin duda, Abu Abdullah Muhammad al-Idirisi, cuyo mapamundi ‘Tabula Rogeriana’ (1154, aproximadamente) ya consideraba que la Tierra era esférica, añadiendo además los mencionados accidentes. Los mapas medievales continuaron intentando representar el mundo; en Europa tenían un fuerte componente religioso, con la Biblia como inspiración. En muchos casos, como sucede con el famoso Mapa de Hereford (circa 1300), son escasamente realistas.

    Los mapas de los siglos XVI incluyen ya el Nuevo Mundo, el recién descubierto continente americano que cambió la concepción (y la cartografía) plantearía por completo. El más antiguo que se conserva es el por el marino cántabro Juan de la Cosa, y actualmente se conserva en el Museo Naval de Madrid. En los siglos sucesivos se fueron creando cartografías mucho más precisas, que iban cambiando según los nuevos descubrimientos. Son célebres los mapas y proyecciones de Gerardus Mercator (s. XVI), el primer cartógrafo que realizó un mapa del Ártico. Dicho mapa fue la inspiración de uno de los relatos más conocidos de Edgar Allan Poe, “Manuscrito hallado en una botella”.

    A partir de este momento, los mapas del siglo XVII, XVIII y posteriores reflejan una concepción del mundo y de los países mucho más cercana a nuestra realidad actual. Hoy es posible adquirir magníficos grabados originales en buen estado, perfectos para formar parte de una colección o para decorar estudios o salones previamente enmarcados. Porque adquirir mapas antiguos es, sin duda, una fascinante afición que nos permite profundizar en el mundo y la vida de nuestros antepasados.
  • Bronces y calaminas

    Las esculturas y figuras antiguas realizadas en aleaciones de metal son todo un clásico en decoración y coleccionismo. Las técnicas de metalurgia con aleaciones son conocidas desde hace milenios: concretamente, desde la Edad del Bronce, que se calcula tuvo lugar entre los años 3.000 y 1.200 a.C., aproximadamente. Hoy podemos encontrar preciosos bronces antiguos a la venta, con un amplio abanico de precios y opciones que hacen posible iniciarse en el coleccionismo de arte a la gran mayoría del público. Pero las estatuas de bronce no son la única opción: las calaminas antiguas son una estupenda alternativa para aquellas personas que deseen empezar o ampliar su propia colección.

    Esculturas de bronce y calamina: un poco de historia

    Como comentábamos, la Edad del Bronce recibe ese nombre porque fue durante esos años cuando desarrolló la metalurgia de este material. El bronce es una aleación de cobre y estaño, siendo el cobre el metal de base. El estaño aparece en la aleación en una proporción entre el 3 y el 20%, dependiendo de la mezcla. Es un material fundamental en la Historia de la Humanidad, ya que fue la primera aleación de calidad creada por el hombre. El bronce se empleaba para construir armas, utensilios prácticos, joyería o monedas, pero también para la creación de objetos de arte.

    En el Antiguo Egipto, las estatuillas de bronce eran habituales; pero fue la civilización griega la que creó por primera vez estatuas de gran tamaño. Los romanos, por su parte, hicieron suya esta técnica y la perfeccionaron. Un buen ejemplo es la cabeza de caballo encontrada en un yacimiento alemán, fechada en el siglo I y bañada en oro, que ha sido tasada en cerca de 1,7 millones de euros y hoy se puede admirar en el Fuerte Romano de Saalburg (Alemania).

    Por su parte, el origen de las esculturas de calamina es bastante más reciente. En esta aleación intervienen tres elementos: calamina (carbonato de cinc), estaño y plomo. Fue en tiempos de la Revolución Francesa cuando se empezó a emplear para confeccionar estatuas y figuras, debido a la escasez de cobre (imprescindible para realizar bronce y latón) originada por las revueltas. La calamina permitió seguir creando objetos de arte y para decoración; para mejorar su aspecto, las figuras eran policromadas, doradas o patinadas a posteriori. La época de mayor esplendor de las calaminas antiguas se sitúa entre finales del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con el auge de estilos como el Art Nouveau o el Art Déco.

    Qué es más interesante: ¿Comprar bronces antiguos o comprar calaminas antiguas?

    Por supuesto, no tenemos una respuesta categórica para esta pregunta. Todo depende del interés y el gusto del comprador, de la disponibilidad de piezas de calidad, del destino que quiera darles a los objetos y de su presupuesto. En todo caso, ambas opciones permiten conseguir obras de arte llenas de belleza, encanto e historia, perfectas para decorar una estancia o deslumbrar en una vitrina dedicada a la mejor de las colecciones.

    Y no hay por qué circunscribirse tan solo a los bronces y las calaminas. Existen otras alternativas para aquellas personas interesadas en comenzar una colección de arte: sin ir más lejos, las estatuas de resina y otros productos artísticos. Es el caso de las famosas ‘Nanas ‘de la artista francesa Niki de Saint Phalle, que hoy alcanzan cifras desorbitadas en las subastas. O, dentro del campo del coleccionismo, de las deliciosas figuras de resina policromada del escultor valenciano Juan Ripollés. Fantásticas piezas llenas de belleza y expresividad, perfectas para iluminar los espacios con el carácter único de las obras de arte más especiales.
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