D-608
Sobrio copón antiguo de plata maciza adornado con perlas incrustadas. De diseño moderno y en muy buen estado.
Sobrio copón antiguo de plata maciza adornado con perlas incrustadas. De diseño moderno y en muy buen estado.
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Antiguo Copón 100% de Plata Maciza con Perlas. Francia, Circa 1925
Este magnífico copón antiguo, elaborado en Francia alrededor del año 1925, es una pieza única de platería religiosa que conjuga sobriedad, modernidad y simbolismo litúrgico. Fabricado en plata maciza al 100%, su diseño limpio y estructurado refleja claramente las líneas artísticas que marcaron la primera mitad del siglo XX. Se trata de una obra que destaca por su equilibrio visual y por la pureza de sus formas, rasgos que la convierten en un ejemplo representativo del estilo eclesiástico moderno francés.
La base de esta pieza es amplia y hexagonal, con superficies lisas que contrastan con el bello detalle decorativo situado en el frente, un aplique circular en plata con textura granulada, grabado con una cruz ancorada bajo la palabra PAX, símbolo de la paz de Cristo. A cada lado del aplique, dos perlas naturales en excelente estado completan la decoración frontal. Desde esta sólida base surge un elegante nudo central, esférico y grabado a mano con delicados motivos de cruces y hojas, cuya presencia aporta verticalidad y solemnidad a la pieza.
El uso de contrastes y punzones fue regulado desde el siglo XIX por la legislación francesa, que exigía la marca de la cabeza de Minerva en las piezas de plata superior al 800‰. Esta regulación garantiza la autenticidad de los objetos de culto y facilita su identificación por parte de coleccionistas e instituciones. Este copón conserva en distintos puntos, base, copa y tapa, contrastes franceses antiguos bien definidos, incluyendo el clásico punzón con cabeza de Minerva que certifica su plata maciza, y la marca del platero con las iniciales PN, todo ello claramente legible en el metal.
La copa, de gran capacidad, mantiene el diseño austero del conjunto, totalmente lisa y de forma perfecta. La tapa de plata cierra de forma precisa y lleva como remate una cruz que actúa como asa. Esta cruz, también en plata, está decorada con el Crismón en relieve, símbolo de Cristo, y está flanqueada por las letras griegas Α, Alfa, y Ω, Omega, representación del principio y fin. Un símbolo clásico, pero interpretado con una estética contenida y sobria, muy en sintonía con el espíritu litúrgico del período.
El periodo entre guerras, entre 1918 y 1939, se caracterizó por un estilo más austero y funcional en la producción de objetos sagrados, en parte como respuesta a los cambios sociales y económicos de la época. Los copones de este tiempo, como el que presentamos aquí, suelen evitar la ornamentación excesiva y muestran líneas depuradas, formas geométricas bien definidas y símbolos sobrios. Estas piezas no solo tenían un uso estrictamente litúrgico, también eran regalos habituales a jóvenes sacerdotes recién ordenados, lo que ha permitido que muchas de ellas lleguen hasta nuestros días en buen estado, al ser celosamente conservadas en sacristías o colecciones privadas.
En cuanto al estado de conservación, cabe destacar que presenta algunos arañazos visibles en un lateral, mostrados en las imágenes, pero que no afectan en absoluto ni a su estabilidad ni a su función, y que añaden un matiz auténtico al carácter histórico de la pieza.
Los copones son vasos sagrados destinados a contener las hostias consagradas durante la celebración de la Eucaristía. Desde la Edad Media hasta el siglo XX, su evolución ha seguido los movimientos artísticos de cada época, adaptándose tanto en estilo como en los materiales utilizados. Francia, conocida por su refinada orfebrería religiosa, fue especialmente prolífica en la producción de estos objetos durante los siglos XIX y XX. En esta época, muchas casas de orfebrería litúrgica trabajaban exclusivamente para iglesias y conventos, fabricando copones en plata maciza, a menudo decorados con esmaltes, perlas o motivos simbólicos.
Con casi un siglo de antigüedad, este copón antiguo en plata maciza representa una excelente oportunidad tanto para coleccionistas exigentes como para parroquias que buscan reintroducir objetos litúrgicos de gran calidad en sus celebraciones. Sería perfecto para reintroducirlo en la Iglesia, para usarlo en una parroquia. Es también una pieza digna de formar parte de una colección de arte sacro del siglo XX por su estética, material y autenticidad.
Una pieza con alma, lista para seguir formando parte del Misterio Eucarístico.
Medidas: 15 x 12,5 x 24 cm (5.91 x 4.92 x 9.45 in)
Peso: 662 g